domingo, 3 de octubre de 2010

Agua.

Después de un gran rato con alguien mayor que tú, Marina. De estar un gran rato aprendiendo de él al hablar, al escucharle, al oírle recitar, al colaborar... Al sentirte mayor... Al sentirte bien.
Sales de su casa y ves la lluvia caer. Tienes que llegar a casa por lo que metes los poemas y el libro debajo de la chupa y sales a correr. ¡Marina, te vas a empapar! 
La música alta, la calle practicamente vacía... ¿Quién iba a salir con la que estaba cayendo y encima, un domingo? 
Sientes las gotas en el pelo, en tus medias... No te importa que se te levante la falda. Sólo te importa que no se te estropeen ni los cascos, ni los poemas, ni el libro por eso corres. 
El agua te recorre la cabeza, la chaqueta... El cuerpo. 
Te cala la ropa, la piel... Llega hasta el corazón. Lo limpia, te hace pensar. Suspiras mientras que corres. Estás tan empapada que te entra en los ojos como si te acabases de meter en la piscina con los ojos abiertos. Paras en un portal para sacártelos ya que, eso te suele molestar. 
Esperas hasta que, Marina. No va a cesar, lo sabes. Sales de nuevo y vuelves a correr, en realidad, la lluvia te está sentando bien. 
Vas pensando en todo por lo que ibas a pasar un tiempo desaparecida, todo rápido, todo de golpe. Ya la falda ni se levanta de lo mojada que estás.
Llegas a casa. Sí, lo consigues. Y qué mejor que una ducha de agua caliente para limpiar a lo que había conseguido llegar el agua fría de la lluvia. Para quitar el mal estar de la necesidad de desaparecer. Agua caliente para calmar tus penas, Marina. O más bien para no dejar que aparezcan. Para recordar lo feliz que eres con simplemente poder correr bajo la lluvia. 
Porque el agua te caló hasta la mente, hasta los sentimientos. Para limpiar lo poco que pueda haber. 

Agua para volver a sentirte viva.
Agua que llega hasta lo más profundo del corazón y limpia tus ojos para dejarte ver.

Nami! 3 de Octubre de 2010

1 comentario:

  1. Repuesta:

    Repuesta estoy ya de aquellas
    repetidas depresiones misteriosas
    cuando no fui capaz de morir.

    Y ahora esta sed de estar viva
    que me tiene alucinada,
    porque tengo tu mirada
    y tu alma de perfil.

    Gloria Fuertes.

    Siento lo del chaparrón, cómo no pediste un paraguas??? Jo, no me di ni cuenta...

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