domingo, 26 de febrero de 2012

Esas pequeñas pero grandes cosas que aparecen de repente.

Llega una niña, una más y sin saber muy bien porqué, se cuela en tu vida, en tus espinas clavadas y consigue que una que está bien metida y ya crees que no la vas a sacar, tira fuerte, la deja por la mitad, vuelve a tirar de ella, al tiempo y, ya, solo el intento de rozarla yo misma, la saca, además, sin cicatriz. No sangro. Sonrío. Esa niña ha conseguido darle el tirón para que yo, me atreva a rozarla y que esa espina, me cuente porqué estaba ahí clavada, sin moverse, después de todo un año.
Era una espina con historia, la que más pasaba desapercibida a el mundo, pero la que más dolía, sólo que era un dolor constante al que me había acostumbrado, a veces pinchaba fuerte pero, normalmente, era un pinchazo tenue que con el paso del tiempo, verla ya no me provocaba siquiera las ganas de sacarla. 
Y, ahora, el cierre de la historia con un abrazo bien deseado hace que esa herida, ya casi ausente, sea el inicio de una (re)amistad. Otro comienzo que parte de un comienzo. 

Lo que debía hacer.


Nami!

3 comentarios: