lunes, 19 de diciembre de 2011

Peu à peu.

Y, sólo el agua, velas y música pueden calmar mi espíritu que no sabe muy bien como sentirse.
Debate, el pobre, entre lo bueno futuro que es malo para el presente y lo bueno presente que quizá, sea malo para el futuro. Las dudas no le hacen ni pizca de gracia, sumadas al agotamiento físico de un lunes un tanto especial y el agotamiento psíquico del último lunes del trimestre hace, que se derrumbe y sólo una buena ducha pueda calmarlo un poco.
Como ya nos conocemos, acreciento ese punto a favor con unas llamas. Fuego. Ese fenómeno controlado que calienta hasta el recoveco más profundo de mi alma.
Por supuesto, la esencia de todo es mi vida, es por lo que estoy agotada y por lo que sigo viva, por lo que me estreso, por lo que sigo adelante... Esa brisa alentadora que me dice que todo tiene su ethos y es ella quien se encarga de proporcionarlo.
He de reconocer que no necesito mucho para ser feliz, pero cuando no lo tengo, solo estas tres cosas, perfectamente combinadas me hacen ver las cosas de otra manera, de otro color, desde otro punto de vista.

Nami!

Conciertos

Dar de ti hasta el último suspiro, la última bocanada de aire, la última nota... Un examen donde se disfruta y el jurado es el público, la nota los aplausos y tú misma.
Es una entrega total al público en cuerpo, alma y mente. Es demostrarles a ellos, a los que te escuchan, a los que te sienten de qué estáis hechos tú y tu música, tú y tu vida, tú.
Te fusionas por unos minutos con lo único y en el instante que te pertenece, que sale de tus adentros y se proyecta aquí y más allá. Cada nota o silencio es importante, es necesaria.
Y, entonces, cuando sientes que vas a caer, te apoyas en la tónica, sucediéndola los segundos de suspensión hasta que la relajación de tu cuerpo da por concluida la obra.
Los segundos siguientes permaneces ausente, con una sonrisa de oreja a oreja, habiendo sentido quizá las mejores sensaciones mientras hacías que la música fluyera por tu cuerpo. En seguida, te entregas al público y agradeces que te escuchen, aplaudan, entiendan... Que te sientan.
Quizá, después de ti vayan varios artistas más que harán que el público se centre en diversas melodías y la tuya deje de ser el primer plano. Tú, por supuesto, disfrutas del resto y observas al intérprete que ahora, está sintiendo lo que tú sentías un rato antes pero diferente.
En ti, en tus venas, sigue fluyendo la subida de adrenalina que te da cantar ante un número de personas, la melodía que interpretaste y la sensación que ella te deja.
Cada vez que interpretas algo, dónde sea, delante de quién sea o sola, sientes como creces o quizá mengua, dependiendo de la melodía y lo que te produzca pero siempre te saca adelante y da igual dónde te atasques. Te saca.