martes, 3 de mayo de 2011

Lunes.
Llego tarde a clase. Voy rápido. No puedo más.
Le veo. Su mirada serena y paso tranquilo me calma.
Martes.
Llego normal y pese a que no tengo ningún problema o frustración matutina, vuelvo a verle y otra vez siento lo mismo que el día anterior, que el resto del curso.
Así pasan miércoles, jueves, viernes y otra vez lunes, martes, miércoles, jueves, viernes...
Un día, de repente y habiéndolo visto el día anterior dejé de verle pese a que lo busqué con la mirada.
No era normal que ese señor faltase a su cita diaria con la calle Juan Carlos I.
No lo vi.
Al día siguiente tampoco, ni al otro, ni al otro, ni al otro...
Semanas después volví a verle, en el periódico. Había muerto.
No conocía de nada a ese hombre de mediana edad de mirada serena y paso tranquilo más que de cruzarnos al pasar una mañana tras otra de camino al instituto. Una tras otra, tras otra y tras otra. Pero no pude evitar que se me escapasen unas largrimillas al verle ahora ahí.
No sabía nada de él. Simplemente me había acostumbrado a su presencia.

Nami!

No hay comentarios:

Publicar un comentario